Top tópicos del mundo de la traducción

Todas las profesiones y gremios tienen algún tópico que los define (y que no siempre es cierto). Por ejemplo, los médicos siempre se han caracterizado por tener una caligrafía ininteligible (y ser la profesión más propensa a la infidelidad), los diseñadores web tienen fama de ser fanáticos de Apple y los bomberos están todos cañón. Pues bien, el mundo de la traducción no iba a ser una excepción. Está plagado de estereotipos que hay que vencer.

Aquí van los tópicos que más hemos escuchado a lo largo de nuestra carrera:

«¿Qué significa «caper«? ¿No lo sabes? ¡Vaya traductor!»

No, ese traductor no tiene por qué conocer la traducción de «alcaparra». O, a lo mejor sí, pero en ese momento no la recuerda, y no por ello es un mal traductor o menos profesional. Si algo repetimos una y otra vez los traductores es que no somos diccionarios andantes. Aunque nuestros conocimientos del idioma hacia el que traducimos son muy amplios, no lo sabemos todo, y los diccionarios (monolingües, bilingües, especializados, etc.) constituyen una herramienta de trabajo tan útil e importante como, por ejemplo, los glosarios, los textos paralelos o los corpus textuales.

«¿Eres traductor? ¿Como los que salen en la tele con el presidente?»

¡Eeeerror! Aunque es una confusión muy común, traducir e interpretar no es lo mismo. A grandes rasgos, el traductor transfiere el mensaje original al idioma de destino a través de un soporte escrito, mientras que la tarea del intérprete se centra en transmitir un mensaje oral. Si bien es cierto que son profesiones muy similares, cada una requiere unas habilidades diferentes.

También suele suceder que cuando uno dice que es traductor, todos piensan que te dedicas a traducir libros. Hay quien sí, claro, pero, como hablábamos en la entrada anteriorla traducción está presente en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida. Una grandísima parte de los materiales que pasan cada día por nuestras manos, las películas que vemos o los libros que leemos son traducciones.

«Estudio traducción e interpretación» «¡Anda! ¿Y qué papel te gustaría interpretar?»

No hay más preguntas, señoría.

«¿300 euros? Nosotros no teníamos pensado pagar más de 100»

Este es el pan de cada día en el mundo de la traducción. En ocasiones por desconocimiento, pero la mayoría de las veces por cicatear. Sin embargo, peor que es escuchar este comentario, que ya irrita bastante, es que el cliente intente regatear el precio (como si estuviéramos en un zoco). Al igual que cuando vamos a comprar una camiseta, el precio viene determinado por la marca y nada podemos hacer por cambiarlo, con las traducciones sucede lo mismo. Las cosas cuestan lo que cuestan.

Hace un tiempo, publicamos un par de artículos en los cuales detallábamos los elementos más importantes que se tienen en cuenta a la hora de elaborar un presupuesto y os dábamos algunos consejos acerca de cómo evitar que el coste de la traducción se vea incrementado sin perder ni un ápice de calidad. Estoy segura de que os pueden resultar muy útiles. Pista: la planificación es clave.

«Necesitamos traducir un texto cortito: 2.500 palabras. ¿Podrías tenerlo para esta tarde?»

Un texto de 300 palabras es un texto cortito… Un texto de 1.000 palabras es un texto corto… Un texto de 2.500 palabras no lo es.

De hecho, se estima que ese es el volumen medio diario de trabajo de un traductor (aunque esta cifra puede variar en función de, por ejemplo, la complejidad y extensión del texto, la carga de trabajo existente en ese momento…). Y, aunque en momentos puntuales se puede trabajar a un ritmo superior con el fin de responder eficazmente ante picos de trabajo, a largo plazo es insostenible mantener ese nivel sin que ello afecte a la calidad de la traducción final (lo cual no es para nada conveniente).

«Al final, los traductores automáticos os quitarán el trabajo»

No creo que ningún traductor automático sustituya nunca a un traductor profesional. No existe (y dudo que llegue a existir) un programa capaz de comunicar entre sí a personas o instituciones manteniendo cada uno de los matices que inundan nuestro lenguaje. Ese es precisamente el gran desafío del mundo de la traducción y lo que hace indispensable la figura del traductor.

Si es cierto que hay algunos programas, como Systran, que, gracias a los glosarios y memorias de traducción, llegan a realizar traducciones «pasables». No obstante, siempre será necesario un proceso de posedición para detectar posibles fallos u omisiones. Una nueva prueba de que no existe aún el programa capaz de sustituir la labor del traductor.

En el ámbito de la traducción jurada, además, es necesario que el traductor firme, selle y certifique la totalidad de la traducción.

«¿Eres traductora? Ah, pues a mí me vendrían muy bien unas clasecitas de inglés»

«No hagas a los demás lo que no es bueno para ti». Aunque no dudo que haya traductores que sean buenos enseñando idiomas, la realidad es que los traductores no somos profesores. Estudiamos Traducción e Interpretación, no Magisterio o Filología. Un buen profesor es el que, no solo domina una materia, sino que además sabe enseñarla. Y no todo el mundo es capaz ni tiene vocación docente.

Y pienso yo… tanto que nos quejamos de intrusismo laboral en el mundo de la traducción, ¿no sería incoherente que hiciéramos nosotros lo mismo?

«¿Recargo por trabajo en fin de semana? ¿Recargo por urgencia? ¿Por qué?»

Es cierto que la mayoría de los traductores tenemos una fuerte vocación y amamos nuestra profesión, pero también tenemos una vida. Todos necesitamos algo de tiempo libre (sí, los autónomos también), por lo que considero lógico que, si nos prestamos a cederlo por una urgencia, cobremos esos días de trabajo o las noches en vela.

Y, ¿qué se considera como una «traducción urgente»? Pues la que es el doble de rápida que la habitual. Según el tipo de urgencia en la traducción, el incremento es mayor o menor, pero, generalmente, el recargo por trabajo en fin de semana o por urgencia suele ser de un 30 %.

«Entonces eres bilingüe, ¿no?»

No tiene por qué. Es cierto que tenemos un alto nivel en las lenguas extranjeras con las que trabajamos, pero no necesariamente somos bilingües (y no por ello uno es peor traductor). Todos tenemos competencias diferentes en cada idioma, pero si algo es verdaderamente importante es que conozcamos a la perfección nuestra lengua materna.

Y es que, aunque existe la falsa creencia de que traducimos hacia cualquier idioma, la realidad es que todos deberíamos traducir exclusivamente hacia nuestro idioma nativo. Piensa que siempre vamos a tener más nivel en nuestra lengua materna que en un idioma extranjero, por mucho que lo hayamos trabajado. Lo que ocurre es que, al decirlo, es como si tu trabajo fuera menos meritorio porque, al fin y al cabo, es tu lengua materna, ¿no? No puede ser tan difícil (nótese la ironía).

«Pues mi primo, que vivió dos años en Londres y tiene un C1, también traduce para una empresa»

¡Salió el gordo! El tópico entre los tópicos.

Todos sabemos escribir y no por ello somos escritores, ¿verdad? Pues lo mismo sucede en el mundo de la traducción. Como comentábamos en el punto anterior, es fundamental tener un buen nivel de un idioma para traducir, pero no basta con eso.

Los traductores no somos máquinas que automáticamente traspasan información de un idioma a otro. No, la traducción es un proceso: comprensión del texto original, documentación, búsqueda terminológica (que, en ningún caso, se puede reducir al uso del diccionario), desconfiar de todo, volver a buscar, redactar, redactar de nuevo, revisar… No basta con conocer un idioma, para hacer un buen trabajo hay que saber dónde buscar y disponer de recursos, entre muchas otras cosas.

En este enlace compartimos con vosotros nuestra visión acerca de la traducción y los requisitos que debe reunir todo buen traductor.

En definitiva, los estereotipos sobre cualquier profesión – y el mundo de la traducción no es una excepción – no hacen más que representar una imagen fija, incapaz de mostrar el sinfín de matices y la pluralidad de funciones que constituyen su auténtica realidad. Nosotros, al menos, no podemos permanecer impasibles y queríamos redactar este artículo a modo de pequeña reivindicación.

Aquí solo hemos recogido los diez tópicos que más han arraigado en nuestro sector, pero seguro que a vosotros se os ocurren muchos más. Si es así, ¡no dudéis en compartirlos en los comentarios de esta entrada!

¡Hasta el próximo post!

Ana Gutiérrez González
Ana Gutiérrez González

CEO y fundadora de Between Traducciones. Soy licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada y Traductora Jurada de Inglés, habilitada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España.

Ir al blog
Ir arriba
Call Now Button