Traducir bien es un arte. La tarea del traductor no es tan sencilla como insertar un texto en un traductor automático. Copiar palabras es fácil, pero la traducción es un oficio que lleva tiempo dominar. No es una habilidad que se pueda adquirir leyendo este ni ningún otro blog, ya que requiere de mucho estudio y, sobre todo, práctica, pero desde nuestra experiencia, queremos transmitiros una serie de consejos y hablaros acerca de los errores del traductor que debemos evitar a toda costa. ¡No dejéis de tenerlos en cuenta!
Índice de contenidos
1. Errores terminológicos
Aprender a utilizar con rigor la terminología es clave durante el proceso de traducción, sobre todo cuando nos adentramos en el mundo de la traducción especializada (jurídica, científico-médica, etc.). Este trabajo terminológico que se lleva a cabo durante la realización del proyecto de traducción no puede limitarse en ningún caso al uso del diccionario. Para que el resultado sea óptimo, el traductor debe explorar la enorme cantidad de recursos que tiene a su alcance: bases de datos terminológicas, corpus textuales, textos paralelos (¡fundamental!), libros, consultas a expertos en la materia… Las posibilidades son infinitas.
Otro aspecto terminológico que tanto el traductor como el corrector debe tener muy en cuenta es la coherencia. Salvo que el contexto nos obligue a lo contrario, lo más correcto es mantener la misma terminología para no crear confusión en el lector.
2. No conocer el encargo de traducción
Durante la carrera, nos acostumbraron a disponer de un encargo de traducción antes de enfrentarnos a esta. Pero en la vida real, esto rara vez sucede… Nos toca a nosotros determinar quién es el destinatario y cuál es el fin de la traducción. Parece algo muy básico, pero en más ocasiones de las que nos gustaría reconocer se cae en el error de comenzar a traducir a lo loco, sin responder a las preguntas anteriores y, por consiguiente, sin seguir ninguna estrategia de traducción, que es lo que nos ayudará a resolver cualquier cuestión que pueda surgir a lo largo del proceso.
3. Errores de registro
Por registro entendemos «el modo de expresarse que se adopta en función de las circunstancias», y tan grave es emplear un registro demasiado bajo como uno demasiado elevado. Este tipo de error está estrechamente ligado al punto anterior. Necesitamos tener claro quién es el lector final y cuál es el objetivo que se persigue con la traducción a la hora de tomar una decisión cimentada acerca del registro que se debe utilizar.
4. No pasar el corrector ortográfico y gramatical
Prestar atención a detalles como la puntuación o la ortografía es algo esencial en cualquier proyecto de traducción que se precie. Cualquier traductor que no repare en estos aspectos y no dedique el tiempo necesario a revisarlos destacará, sin duda, por las razones equivocadas y verá su reputación en riesgo, lo cual provocará casi con total seguridad que la empresa de traducción no lo incluya en proyectos posteriores (e incluso que sea penalizado) o que un cliente particular no recurra de nuevo a sus servicios. ¡Te llevará poco tiempo y te servirá de mucho!
5. No revisar la traducción
Ninguna traducción debería ser entregada al cliente sin haberse revisado previamente, por muy escasos que andemos de tiempo. Me atrevo a afirmar que, en una segunda lectura, siempre detectaremos algún error, de mayor o menor magnitud, que nos pasó inadvertido mientras realizábamos la traducción.
Lo más sano es que sea un segundo traductor el que realice esta revisión, pero, si por cualquier motivo, no fuera posible, lo ideal es dejar «reposar» la traducción un día para posteriormente revisarla desde un punto de vista más externo, como si no fueras tú su autor.
6. No planificar adecuadamente los tiempos de trabajo
«No planificar es planificar el fracaso». Tan necesario es traducir bien como traducir rápido y gestionar los tiempos de trabajo. Gran parte de los encargos que un traductor recibe se necesitan «para ayer», por ello la velocidad es fundamental en nuestra vida profesional. Además, como hemos comentado en el punto anterior, lo más conveniente es revisar cada traducción antes de enviarla al cliente. Por tanto, si queremos evitar que nos pille el toro, antes de comenzar a trabajar es importante que seamos consciente de nuestra habilidad con el idioma y la especialidad, y programemos el tiempo de trabajo, es decir, cuánto vamos a dedicar a traducir y cuánto tardaremos en revisar el proyecto.
7. No llevar a cabo un proceso de documentación previo
Antes hablábamos de la importancia de la terminología, pero no podemos obviar el papel tan relevante que juega la documentación. Encontrar equivalentes en la lengua meta no siempre es fácil (o posible), por ello resulta muy útil documentarse a fondo acerca del tema sobre el que se está traduciendo. Esto nos permitirá utilizar otros recursos, como la paráfrasis, y sobre todo, entender qué estamos traduciendo (lo cual evitará que metamos la pata).
Por último, antes de entregar una traducción asegúrate de que el formato es el mismo que te envió el cliente. Esto otorgará seriedad y profesionalidad a tu trabajo.
¡Hasta el próximo post!